Cada vez son más las personas que lo practican como terapia. Las milongas son muy participativas y se llenan los fines de semana. Los eventos que incluyen al tango suelen ser muy convocados y los adeptos se multiplican. Cualidades y ventajas de un baile que despierta la porteñidad.
Los que saben de tango consideran que la misma es mucho más que un baile.
El barrio de Boedo es uno de los que más eventos convocan relacionados al tango
Sus calles, bares, restaurant y esquinas están impregnadas del aroma a tango. Los shows que se llevan a cabo en los bares notables de la zona suelen ser visitados por una gran cantidad de personas de otras comunas y extranjeros.
Los expertos aseguran que las milongas son una terapia que desestreza, pone en movimiento el cuerpo y entabla relaciones sociales.
El tango es una de las danzas más exigentes que existen. Desde la destreza del cuerpo, los movimientos sofisticados que propone, los pasos de difícil memorización y la tendencia de vestimenta exclusiva que impone generan exigencia.
Sin embargo lo que la practican no lo ven como exigencia sino como desafío.
Hay jóvenes de entre 19 y hasta 80 años que lo practican.
Las milongas tienen esa particularidad donde se mezclan estilos, edades, diferencias y género en una misma pasión: el tango.
Las pistas de las milongas no diferencias más que el género y las ganas de bailar.
Si bien las clases de baile son muy interactivas es en las milongas donde se ponen en práctica las verdades del baile.
Según Roberto el tango es una terapia contra la depresión de los grandes, un incentivo para los sueños de los jóvenes “Si un pensamiento feo o triste me quiere venir, pienso qué me voy a poner a la noche y ahí se me pasa”, dice.
“Para ser un buen bailarín de tango, primero y ante todo tiene que ser hombre, mandar y bailar en un metro cuadrado, como se hacía antes. Ahora se baila otra clase de tango, las mujeres levantan las piernas y hacen cosas que los hombres no pueden marcar”.
“El tango es para bailar en grupo, las exhibiciones son solo para los dos que las ensayaron. Mi tango lo bailo con cualquier mujer de la milonga que me acepte”, aclara. “Hay mucho rockero bailando tango. Yo tengo ochenta años de pista”, dice, y sonríe con los ojos.
Los docentes de tango coindicen que la danza tanguera genera una cercanía con el otro, una especie de abrazo donde los participantes sin advertirle sienten el calor humano y la compañía.
Para Graciela Mercatante, instructora de tangoterapia, el baile tiene la capacidad de generar bienestar en las personas, tanto a nivel físico como psíquico. “Pero el tango tiene particularidades que lo hacen especial, y la más significativa es el abrazo. Abrazar y ser abrazado favorece distintas funciones a nivel fisiológico y cerebral, por lo que podemos decir que bailar tango es terapéutico en sí mismo”, dice la experta.