Hace unos días el barrio porteño de Boedo volvió a ser noticia cuando un grupo de hombres con tatuajes, barba y estilo rudo irrumpieron en el bario para llevar comida caliente a las personas en situación de calle. Los detalles de un hecho poco común.
Un grupo de 20 hombres causaron una primera impresión equivocada en Boedo .La irrupción de los mismos alrededor de las 21hs hizo que varios vecinos sintieron incluso miedo. Lo menos imaginado era que detrás de la rudeza se escondía un acto de extremas nobles.
Los hombres hablan y ríen en voz alta, intercambiando opiniones sobre autos, motos y músicas, mientras sueltan enormes nubes de humo desde sus cigarrillos y vapers. Así se presenta el panorama en el barrio de Boedo , donde todo parece generar mucho revuelo y pocas explicaciones.
A Boedo le llego el turno de la visita de los ¨Villanos Barbudos¨, sin embargo pocos imaginan que este grupo tan particular tiene muy poco de villano.
El grupo de estos hombres barbudos y de apariencia de rockeros fuera de ley nada tiene que ver con la actividad que los mismos van a realizar. Este grupo de hombres se está organizando para ir a repartir comida caliente recién cocinada y ropa a las personas en situación de calle.
Detrás de toda esta puesta en escena esta Mauro Ponti, tatuador profesional y capitán de esta agrupación que tiene como principal objetivo unir a los hombres con barbas de todas las culturas, credos y sexualidad en una misma hermandad fundada en cuatro pilares: la lealtad, el respeto por el otro, la familia y la caridad. "Buscamos derribar los prejuicios en todo sentido. Nosotros somos todos laburantes que ponemos de nuestros bolsillos para poder ayudar a las personas que tienen sus derechos vulnerados", afirma Ponti, de 34 años.
"Lo nuestro no es solo dejar las cosas e irnos. Les damos algo que para cualquier persona es vital: oídos para escucharlos. Ellos necesitan alguien con quien hablar porque la gente y el Estado los evitan", explica Mauro. La semana anterior, algunos miembros conversaron con la familia para conocerlos y avisarles que posiblemente iban a pasar. Alejandro, otro de los integrantes del club, agrega: "Para no caerles de la nada y atosigarlos. Es gente que no está acostumbrada a que los extraños les presten atención".