Más de 80 templos de distintos credos abrieron sus puertas en una jornada que celebró la riqueza cultural y religiosa de la Ciudad. Vecinos y turistas participaron de recorridos guiados, actividades culturales y degustaciones típicas en una experiencia única.
En una noche primaveral marcada por la calidez y el espíritu de fin de año, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires vivió la octava edición de La Noche de los Templos, un evento que convocó a miles de personas para celebrar la diversidad religiosa y cultural. Más de 80 templos de distintos credos abrieron sus puertas en siete zonas de la Ciudad, ofreciendo un abanico de actividades que incluyó música, visitas guiadas, charlas y experiencias gastronómicas únicas.
La iniciativa, organizada por la Dirección General de Cultos del Gobierno porteño, transformó la rutina nocturna en una oportunidad para explorar el patrimonio espiritual y arquitectónico de los barrios porteños. Tanto residentes como turistas recorrieron mezquitas, iglesias, sinagogas y templos budistas, entre otros, en un marco de respeto y curiosidad.
La Noche de los Templos se destacó por la riqueza de actividades que permitió a los visitantes conectarse con tradiciones espirituales de todo el mundo. Desde descalzarse para ingresar al Centro Cultural Islámico Rey Fahd en Palermo, hasta encender inciensos en el Templo Budista Fo Guang Shan, los participantes vivieron experiencias auténticas en cada parada del recorrido.
En la Catedral Metropolitana, los asistentes pudieron explorar sectores habitualmente cerrados al público, como la Sacristía, la Cripta y el Museo Cardenal Bergoglio, mientras disfrutaban de música sacra interpretada en sus históricos órganos. Por su parte, en el Templo Libertad, de la Congregación Israelita de la República Argentina, se ofrecieron charlas, música coral y una experiencia inmersiva llamada “Tora Tour”.
Al mismo tiempo, en el Barrio Chino, el Templo Budista Tzong Kuan combinó muestras de arte oriental con danzas tradicionales y meditación guiada. Además, el público pudo disfrutar de la escritura de caracteres chinos y degustar especialidades culinarias típicas.
Para facilitar la participación y el acceso, la Ciudad se dividió en siete zonas que abarcaban desde Belgrano y Palermo hasta San Telmo y Barracas, incluyendo barrios del sur como Parque Avellaneda y Mataderos. En cada sector, los templos ofrecieron propuestas únicas que reflejaron su historia y tradición.
En Villa Crespo, por ejemplo, la Comunidad Dor Jadash abrió las puertas de su templo, mientras que a pocas cuadras, la iglesia Ortodoxa Griega Catedral de la Dormición de la Madre de Dios exhibió reliquias y ofreció charlas sobre el cristianismo ortodoxo.
En el sur, la Catedral de la Santísima Trinidad, diseñada por el arquitecto Alejandro Christophersen, impresionó con su arquitectura inspirada en el estilo moscovita del siglo XVI. Asimismo, en San Telmo, la Sinagoga Bet El destacó por su relevancia histórica, al haber sido visitada por Albert Einstein en 1925.
Además de las visitas guiadas, los asistentes disfrutaron de actividades culturales como conciertos, exposiciones de arte y muestras fotográficas que permitieron explorar el vínculo entre religión y cultura. Según Pilar Bosca, Directora General de Cultos, el evento “es una muestra de cómo Buenos Aires se ha consolidado como un modelo de integración, reconocida mundialmente por su convivencia intercultural e interreligiosa”.
En tanto, la gastronomía tuvo un papel protagónico en la experiencia. Los visitantes degustaron platos típicos que reflejaron las tradiciones culinarias de cada comunidad, desde dulces árabes hasta manjares asiáticos, pasando por los sabores característicos de la cocina judía y ortodoxa.
La Noche de los Templos permitió a miles de personas descubrir la riqueza de las tradiciones espirituales en Buenos Aires y además consolidó su lugar como una de las noches culturales más significativas de la Ciudad. La diversidad religiosa y cultural, plasmada en los más de 50 credos que conviven en el territorio porteño, volvió a brillar en una jornada que reafirmó la importancia del diálogo y el respeto entre las comunidades.
Con la próxima edición ya en mente, este evento se consolida como una oportunidad para reflexionar sobre el legado espiritual de la Ciudad y fomentar un futuro de integración y convivencia.