En la época de la inquisición creer en el esoterismo conllevaba a perder la vida. Hoy en pleno siglo XXI es una cuestión de moda, cultura y misticismo, la dosis justa para el equilibrio universal que tolera todos los credos.
En un primer momento asociado a la ignorancia y a la clase social no privilegiada, el credo esotérico fue atravesando fronteras sociales para posicionarse como un estilo de espiritualidad moderno, asociado a creencias distintas de la cristina, pero válidas para todos.
Hoy, personajes de todos los rangos sociales, incluidos, paradójicamente los de la clase alta, consultan sus cartas astrológicas, videncias, vates y vidas pasadas a través de sus "brujos personales".
Destacadas personalidades del mundo de la política e inclusive de la televisión admiten haber consultados con vates y brujos para tomar decisiones importantes en sus vidas. Uno de ellos es el empresario, político y candidato a presidente Mauricio Macri, quien declaro hacer de la videncia y el tarot un estilo de vida para la toma de decisiones importantes.
Ya sea por su infraestructura misteriosa, sus balcones sin más iluminación que la luna, sus esquinas con historias profundas o sus casas con estilo atrayente y clásico, Boedo es uno de los barrios porteños que más condensa esta práctica espiritual desde ya hace bastante tiempo.
La Abadía es uno de los lugares más enigmáticos de la zona. En él se realizan rituales, con los mejores hechiceros de la zona y se llevan a cabo las reuniones esotéricas más importantes de los magos. El lugar está ambientado misteriosamente. Paredes rojas y círculos concéntricos decoran el ambiente. Allí se llevan a cabo las invocaciones espirituales necesarias para ayudar a los que se acercan al lugar en busca de soluciones. Desde abogados, hasta publicistas manifiestan haber sentido el llamado de la vida espiritual.
Quienes son testigos de estas prácticas admiten que los brujos que allí se reúnen, actúan como guías espirituales y son altamente efectivos.
Sin embargo los vates o sacerdotes de esta práctica, admiten llevar una vida normal. En su mayoría residen en lugares alejados de la ciudad pero eligen la Abadía para lugar de reunión energética por su misticismo, ubicación y por ser una zona rodeada de verdes. Uno de ellos consultado por las estafas que suelen darse en el ámbito del esoterismo haciendo abuso de la desesperación de la gente, admite que hay muy pocos sacerdotes y sacerdotisas comprometidos con el llamado universal y solicito precaución y ojos abiertos antes posibles situaciones de engaño.
Quizás sea esta una de las razones por la que conocer respecto a estas prácticas sea válido. Más allá del escepticismo, nos habré puertas para evitar el engaño y las mentiras ocultas y por qué no, para indagar en nuestro posible futuro