Hace unas semanas un operativo policial constato lo peor: las denuncia de los vecinos de hace varias semanas por el olor nauseabundo de unas de las casa ubicadas en Inclán al 3300 eran ciertas: animales muertos y el espanto de la verdadera casa de terror. Los detalles
Las denuncias de los vecinos venían siendo reiteradas las primeras semanas de noviembre. Boedo el barrio donde los vecinos se caracterizan por conservar la tranquilidad y la mayoría se conoce esta vez fue testigo de un suceso desconcertante.
Sobre la calle Inclán al 3300 algo no estaba del todo bien. Olores nauseabundos, acumulación de basura y el escenario cotidiano de encontrarse algún animal muerto formaban parte de las declaraciones de algunos vecinos de la zona.
Pero lo que parecería ser el fin de un hallagazgo en realidad fue el comienzo de una investigación que aun deja perplejo a los propio boedenses.
En 2007 cuando el barrio de Boedo comenzaba a ganar prestigio por su tranquilidad, cercanía con las líneas de trasporte público y su inquebrantable vida cultural la pareja de contadores compuesta por Claudia y Walter decidieron mudarse al barrio con sus hijas por ese entonces menores de edad.
El escenario era algo común y nada normal si tenemos en cuenta que la reciente familia se mudaba a un hermoso PH a estrenar de dos plantas ubicadas sobre la calle Inclán. El edificio era compartido por otros nuevos departamentos y hasta acá todo era alegría y novedades para los vecinos de Boedo.
Al poco tiempo comenzaron los dolores de cabeza para quienes se mudaban por primera vez con el sueño de la casa nueva.
Fetidez, ruidos molestos a altas horas de la madrugada, y ratas que provenían del departamento de al lado. Los reclamos no se hicieron esperar y los vecinos buscaron llegar incluso a los medios de comunicación para forzar una solución.
Recién en 2011 los vecinos lograron que por medio de una orden judicial se allane la casa de al lado.
El panorama dejo perplejo a las autoridades cuando ingresaron al departamento con barbijos y mascaras de oxígeno. Basura en cantidades industriales, ropa sucia, comida podrida, animales muertos, materia fecal de mucho tiempo y demás inmundicia por todos lados. Las autoridades decidieron llamar a control de plagas del Departamento del Gobierno de la Ciudad para combatir la cantidad de ratas que había en el lugar.
El allanamiento termino con decenas de perros llevados y un vaciamiento de la casa, sin embargo la historia volvió a repetirse cuando la pareja volvió a la casa luego de haber estado internados en el Borda y el conflicto con los vecinos volvió a su etapa inicial.
Hoy a pesar de las denuncias todo sigue su curso lento y los vecinos continúan una lucha insana y peligrosa