La heladería Saverio, ubicada en el barrio de San Cristóbal, celebró 115 años de existencia y se consolidó como la más antigua en funcionamiento continuo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fundada en 1909 por el inmigrante italiano Francesco Saverio Manso, este icónico comercio porteño conquistó a generaciones con sus sabores tradicionales y, según cuentan, cautivó a Carlos Gardel con su famoso helado de limón.
En 1909, Francesco Saverio Manso llegó desde Salerno, en el sur de Italia, y comenzó a elaborar helados en su casa de la avenida San Juan. Inicialmente, su producción tenía un fin doméstico, como una manera de agasajar a su esposa, sus hijos y amigos. No obstante, la calidad y el sabor de sus creaciones llamaron la atención de los vecinos, quienes lo alentaron a vender sus productos. Así nació Saverio, no como un negocio pensado para el éxito comercial, sino como un acto de amor y tradición familiar.
Con el tiempo, la demanda creció y Francesco decidió acondicionar su hogar para abrir un local. Ubicada en la avenida San Juan al 2700, la heladería rápidamente se convirtió en un punto de referencia en la zona. En aquellos años, Buenos Aires contaba con muy pocas heladerías, y Saverio fue la segunda en abrir sus puertas, meses después de la desaparecida El Vesuvio.
Uno de los clientes más ilustres que pasó por sus mesas fue Carlos Gardel. Según el poeta y compositor Enrique Cadícamo, el Zorzal Criollo era un ferviente admirador del helado de limón de Saverio. En sus memorias, Cadícamo recordó una noche en la que el cantante los llevó hasta la heladería: "Nos recibió sonriente y afectuoso recomendándonos de entrada 'los de limón'. Durante el tiempo que estuvimos conversando, Gardel no dejó en un solo momento de comer helado tras helado". Este testimonio consolidó la historia de un vínculo especial entre el máximo ídolo del tango y uno de los rincones más tradicionales de Buenos Aires.
Tras la muerte prematura de Francesco, su hijo Antonio tomó las riendas del negocio a los 20 años. Con visión de crecimiento, compró un predio más amplio en la misma cuadra y estableció un local que marcaría una época en la historia del helado artesanal en la Ciudad. El nuevo espacio contaba con 10 metros de frente, 50 de fondo, un amplio patio y un sótano. Asimismo, Saverio se convirtió en la primera heladería en abrir durante todo el año, en una época donde lo habitual era cerrar en invierno y viajar a Europa o atender otros negocios.
A lo largo de las décadas, la heladería mantuvo su esencia y calidad. Entre sus sabores más emblemáticos se encuentra el sambayón, en sus cuatro variedades: clásico, con cerezas, con almendras y escocés (mezclado con chocolate y dulce de leche). "Más que un helado de sambayón, es un sambayón helado", destacó Roberto De Rossi, actual propietario de la heladería. A su vez, otros sabores se sumaron al podio de los más pedidos, como el dulce de leche granizado, el mascarpone con frambuesa, la banana split, el pistacho y el mousse de maracuyá.
Sin embargo, la historia de Saverio no estuvo exenta de desafíos. En los años 90, la heladería atravesó una crisis económica que puso en riesgo su continuidad. Fue entonces cuando De Rossi, economista con experiencia en la industria alimenticia, decidió comprar el negocio tras haber realizado una consultoría. "Me pareció que era un negocio interesante", recordó. En este sentido, explicó que Antonio Manso manejaba la heladería de forma muy personalista y no supo adaptarse a los cambios del mercado. "Su mayor error fue meterse en un negocio mayorista para restaurantes, confiterías y aerolíneas con casi 400 clientes. El helado era excelente, pero lo vendía tan barato que no cubría los costos de fabricación", detalló De Rossi.
Para rescatar a Saverio, De Rossi implementó una serie de cambios estratégicos. Modernizó la producción con maquinaria importada de Italia y contrató a Pino Scaringella, un maestro heladero italiano, para mejorar y equilibrar las fórmulas tradicionales sin alterar su esencia. También redujo la cantidad de sabores disponibles de 70 a 42, manteniendo un equilibrio entre lo clásico y las nuevas tendencias. "La característica de Saverio es que sus helados son absolutamente naturales. En el de limón, el 35% es limón; en el de naranja, el 50% es naranja; en el de frutilla, el 40% es fruta. No tienen colorantes ni saborizantes, y eso se nota en el sabor", aseguró el empresario.
Actualmente, Saverio continúa siendo un emblema de la Ciudad, con más de 40 sabores en su carta y una clientela fiel que se renueva con cada generación. En un rubro donde la competencia es feroz y las modas cambian, la heladería sigue apostando por la calidad, la tradición y el legado de su fundador. Así, el mismo espíritu con el que Francesco Saverio Manso inició su emprendimiento en 1909 sigue presente en cada cucurucho servido en San Cristóbal.