El viernes 24 de febrero se llevó a cabo un Festival por la Democracia y la Memoria, en la Avenida General Tomas de Iriarte y Goncalves Díaz, del barrio de Barracas (Comuna 4). En el marco de los festejos por los cuarenta años de la vuelta de la democracia, se desarrolló esta jornada en conmemoración al Carnaval porteño, que fue prohibido durante la última dictadura militar de 1976, una de las manifestaciones callejeras más populares y democráticas del país. El Festival por la Democracia y la Memoria contará con la presencia de distintas murgas del Distrito porteño, show de música en vivo, sorteos, recitados, Patio gastronómico, talleres de disfraces y maquillaje.
Los Carnavales en Buenos Aires se comenzaron a celebrar a comienzos del siglo XVII, nacidos de una mezcla de la cultura española y africana. En un principio se organizaban en las casas particulares, posteriormente se trasladaron a los Clubes de barrio y Sociedades de fomento.
Las prohibiciones al carnaval porteño vienen de muy lejos. En 1771 el Gobernador de Buenos Aires Juan José Vertiz, ordenó la prohibición del carnaval por considerarlo un baile indecente, que al toque del tambor acostumbraban a los negros. A su vez los Obispos y Sacerdotes de la iglesia católica, amenazaban con excomulgar a quienes participaran de los festejos. En 1844, el Gobernador Juan Manuel de Rosas prohíbe los festejos bajo argumentos similares, manifestando que eran una pérdida de tiempo en diversiones perjudiciales en lugares públicos, con gastos innecesarios y perdida de días laborales. La dictadura militar del año 1955 y las que le siguieron, intentaron eliminar toda manifestación popular como las murgas barriales. Durante el golpe cívico militar de 1976, la dictadura eliminó por decreto los feriados de carnaval, y eso significó un fuerte golpe para los festejos en la Ciudad de Buenos Aires. En ese ambiente de represión no solo desaparecieron los corsos, sino también los bailes de carnaval que antes eran multitudinarios, los juegos de agua y los disfraces que tanto alegraban a los niños.
La persecución a las murgas barriales, se dió principalmente mediante la policía federal y las normativas municipales que prohibían usar disfraces religiosos y militares que ridiculicen a funcionarios públicos; la obligación de anotar a las murgas en las comisarías, de entregar la lista de integrantes y de presentar las letras de sus canciones. A partir de la vuelta de la democracia en 1983, el Carnaval de Buenos Aires volvió a ganar espacio en los barrios, con solo una decena de murgas que habían sobrevivido a la última dictadura militar.
El primer corso oficial de la Ciudad de Buenos Aires fue durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento en 1869, con murgas y comparsas integradas en su mayoría por afrodescendientes.