Librerías porteñas, cada una de ellas guarda una historia, un secreto y un sueño hecho realidad.
Graciela Melgarejo periodista y escritora argentina admitía:"todos los que leen y escriben para publicar han querido siempre tener una librería" .Y tenía razón.
Aunque no todos puedan cumplir ese deseo por diferentes cuestiones, algunos con mucho esfuerzo lograron materializar ése sueño como Isidoro Blaisten, quien durante 7 años tuvo una librería en el barrio de Boedo.
La experiencia fue tan atrapante como trascendente. "En esa librería, en la mesita de esperar, tomé café con los amigos, incontables cafés, escribí Cerrado por melancolía y llegué a conocer toda la vida sexual de San Juan y Boedo", admite Blaisten.
Estar al frente de una librería significa un encuentro contante con otros mundos posibles. Significa una experiencia enriquecedora y abarcativa como lector y escritor. Blaisten es sólo uno de los tantos escritores que hicieron esta experiencia.
Luis Mey, autor de varias novelas de renombre, nos relata que la mayoría de los libreros venían de otras experiencias laborales muy distintas pero desembocar en un espacio de interacción literaria es algo inimaginable con lo que casi la mayoría de sus compañeros coinciden.
Andrea Stefanoni, compartía su trabajo de librera con Mey en El Ateneo Grand Splendid. Ella se suma a la lista de los tantos libreros y escritores argentinos que publican sus obras en la Ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo Mey renunció a su trabajo de librero para dedicarse exclusivamente a la actividad literaria. La experiencia en la librería le permitió adquirir los conocimientos suficientes respecto a que busca el público en general.
Hoy, luego de haber transitado esa experiencia explica: "Hay que saber salir de la librería porque lo que más te debe recordar el mundo de la literatura es que lo mejor de ella sale del mundo real.
Si bien es cierto que todas las librerías tiene sus particularidades, colecciones actuales o diversidad son el secreto para la perdurabilidad del negocio.
La librería "El Norte" ,ubicada en Las Heras 2225, cumple con esos requisitos. Quizás por ello sea una de las más concurridas. En ella trabajan dos poetas conocidos, Sandra Barrella y Diego Alfaro Palma.
Nurit Kasztelam es librera de "Mi Casa", ubicada en el barrio porteño de Villa crespo. Ella, al igual que muchos de su gremio coincide en que lo excitante de la experiencia es poder recomendar títulos, autores y temas."Ser librero es pertenecer a un género extraño: esa pasión por revisar y encontrar la joyita, el libro perdido, recibir las novedades, los títulos esperados, recomendar lo que leíste y te partió la cabeza y que vuelvan a la librería y te digan: «A mí también me pasó eso?», el fetichismo", admite.
Las librerías actuales intentan ser un lugar de encuentros e intercambio de opiniones. Por eso la mayoría incluye la opción de café a la carta para hacer más ameno el momento.