resistentes

Ellos siguen en la década del 30 pero viven en el 2016

Se trata de un grupo de personas que resisten el paso de los años. Entre las muchas resistencias que tienen no utilizan el teléfono móvil. Una comunidad que vive allá en el tiempo resistiendo el inevitable presente. Son ciudadanos comunes, corrientes. Caminan por las calles, comen beben y se juntan con amigos. Pero tienen una particularidad...no consumen tecnología. Se mueven habitualmente en el mundo como si todo siguiera su curso normal. Parecen igual a todos, sin embargo son una pequeña comunidad que resisten los avatares tecnológicos del mercado mundial. Ermitaños, solitarios, habladores, defensores del nacionalismo, románticos, militantes contrarios al consumismo etc. Son ellos, particularmente distinguibles por sus ideales de libertad que levantan la bandera de la ‘no tecnología “como escudo contra sus convicciones. Entre ellos existe la diversidad pero también se reconocen como únicos por las opciones que eligen. Son ante todo enemigos del celular. El motivo pareciera tener su raíz en la defensa de la comunicación directa y no a través de un dispositivo. "Aquellos que no usan smartphones percibieron algo que es cierto y lo denuncian, porque el celular no respeta almuerzos ni siestas, lleva sin permiso el trabajo a casa, nos inunda de fotos que no pedimos y nos recuerda hasta las citas que preferiríamos olvidar. Por eso se dice que el celular se adueña de sus dueños", explicó el psiquiatra Pedro Horvat. El también psicoanalista señaló que la "maravilla tecnológica" que logró la comunicación instantánea "trajo consigo un cambio psicológico profundo que tiene que ver con la noción interna de tiempo y distancia". Por otra parte el pequeño movimiento de resistencia argumentan que vivir sin celular es no favorecer la dependencia a la tecnología. “Uso mail, tengo una computadora en el trabajo y una notebook en mi casa, pero no estoy mirándolos todo el día como veo que hace la gente con sus telefonitos", manifiesta Dora, una de sus adeptas a este movimiento. La mujer contó que tiene además un teléfono fijo en su casa y otro en la oficina, pero que cuando no está en ninguno de esos lugares prefiere "andar libre". "Estoy conectada, pero no soy dependiente y respeto mi privacidad. Tampoco me interesa tener Facebook", completó. El celular es uno de los dispositivos tecnológicos que más obsesión y dependencia ha generado en los últimos años. "Soy un militante del no celular. Ni siquiera llamo desde mi fijo a celulares, si necesito comunicarme con alguien lo hago por mail o a los fijos y tengo una vida como la de cualquier persona", afirmó otros de los que integran éste grupo de personas. Sea como éste pequeño grupo de resistentes intenta hacerle frente a la era tecnológica donde os chat suelen reemplazar el cara a cara y los emoticones los abrazos.